Ha sido triste actualidad un pirado que se dedicaba a asesinar mujeres en Bilbao para luego descuartizarlas. Los hechos los conoce todo el mundo porque de cosas así se ceban las televisiones y la canallesca. No voy a entrar en ellos. Si en su tratamiento mediático. Tratamiento en el que el energúmeno aparece como un San Juan de la Cruz del budismo todo  místico total y además con tres títulos universitarios - entre ellos el de Derecho - mientras que la víctima aparece como un despojo pecaminoso por tener como ocupación la prestación de servicios sexuales entre otros a pirados como el budista. Puta, puta, puta,... más que puta. ¡Ya está bien, cojones, ya está bien! Desde Jack el Destripador hasta el shaolin de las narices parece como si el que asesina cobarde y vilmente a una prostituta forme parte de la selecta aristocracia del crimen. Si tan shaolines y tan destripadores son que se carguen a políticos corruptos o curas pederastas. Pero vamos la responsabilidad del tratamiento informativo no recae sobre ellos si no sobre la incuria formativa y la sensibilidad ayuna de cuatro voceros que si bien no merecen que destripadores y shaolines los descuarticen si andan buscando que les conviertan el ano en la bandera de Japón.